Los seres humanos llevamos relacionándonos con las abejas desde hace más de 10000 años. En Bicorp, Valencia, hay pinturas rupestres en la Cueva de la Araña que muestran una figura humana recolectando miel de una colmena. Las abejas no solo son capaces de producir miel, un alimento muy nutritivo, sino que realizan una importante tarea polinizadora. De hecho, sin las abejas, la raza humana tendría los días contados. El negocio de las colmenas en edificios es una floreciente actividad que lleva practicándose más de una década, con buenos resultados tanto para las colonias de insectos como para quienes se benefician de su actividad.
La apicultura es una tarea que tiene un importante peso especifico en la agricultura. El creciente interés por formas de vida saludables, junto con el conocimiento de las excelentes propiedades de la miel, ha favorecido que este tipo de industria goce de buena salud. Por otro lado, algunas organizaciones ecologistas alertaron hace unos años de los problemas que estaban sufriendo las colonias de abejas en todo el mundo.
Desapariciones repentinas pusieron la voz de alarma sobre una necesidad. Había que dotar de un espacio adicional a estos insectos y permitir que pudieran vivir en las ciudades. ¿Por qué no instalar colonias de abejas en las azoteas? Es la denominada apicultura urbana, una forma de conservar y proteger a estos animales, a la vez que acercamos a la sociedad urbanita una tarea eminentemente natural, pero no por ello menos interesante.
¿Qué es la apicultura urbana?
Es el nuevo fenómeno que está consiguiendo que la población de abejas permanezca estable y no se resienta. Ciudades de todo el mundo, con París como urbe destacada, están acogiendo esta práctica con buenos ojos, ya que favorece que las abejas puedan seguir desarrollando su ciclo de vida normal, producir miel y polinizar.
Gracias a esta tarea, instalar unas colmenas en las azoteas de edificios urbanos, son muchos los que han tomado interés por el ciclo de vida de las abejas, de su estricto sistema de organización y de cómo pueden ayudarnos. Hay quienes dicen que las abejas se han acostumbrado muy bien a esta forma de vida, alejada de su hábitat natural. En cualquier ciudad encuentran zonas verdes en las que poder alimentarse y conseguir llevar a cabo el transporte de polen de unas plantas a otras.
Los aficionados clásicos a la apicultura también ven con buenos ojos que se favorezca esta actividad en las ciudades. Evita tener que salir al campo a vigilar las colmenas, y con ello, pueden dedicarles más tiempo a aquellas que tienen instaladas en las azoteas de los edificios. Un beneficio mutuo, tanto para estos artrópodos como para quienes los cuidan.
El negocio de las colmenas en edificios
Pero como toda actividad en la que interviene el ser humano, el factor económico también tiene un importante peso. Empresas especializadas en la instalación de colmenas en edificios están abonando buenos dividendos por permitir su instalación. Cifras que pueden llegar hasta los 3000 € al año posibilita que las comunidades de vecinos o las empresas tengan un alivio económico fruto del rendimiento de esta actividad, que para ellos no supone ningún tipo de inconveniente.
Es similar a tener publicidad puesta mientras se tiene instalado un andamio, pero con un impacto visual mínimo y sin ninguna molestia. Se debe tener en cuenta que, en el caso de edificios destinados a oficinas, la azotea es un lugar baldío y que no tiene ningún tipo de uso por parte de quienes trabajan en ese lugar. Por tanto, ¿qué problema hay en sacar un beneficio económico?
Beneficios de tener abejas en la azotea
Además del factor económico, tener abejas en el tejado de nuestro edificio supone una importante labor para el entorno de la ciudad. Gran parte de las flores de parques y jardines se quedan sin polinizar, pero con la introducción de las abejas en áreas urbanas se finaliza el ciclo natural.
Hay quienes piensan que los productos que se obtienen de las abejas de ambientes urbanos tienen una calidad superior a los de ciertas explotaciones. Esto es debido a la ausencia total de pesticidas, que pueden llegar a alterar el producto final. Por otro lado, las abejas parecen haberse adaptado muy bien a este tipo de ambiente, ya que la presencia de depredadores naturales es menor, tiene el alimento asegurado y están bajo una permanente su previsión por parte de los aficionados a la apicultura.
El negocio de las colmenas en edificios sigue su curso, ofreciendo a personas habitualmente alejadas de ambientes rurales la posibilidad de conocer una manera de producción que se ha mantenido en alterada durante miles de años. Con la llegada de las colmenas a las azoteas de zonas urbanas se continúa un ciclo que solamente reporta beneficios para todas las partes implicadas. El único inconveniente con el que hay que lidiar es el de las eventuales picaduras que pueden producir estos insectos, es el único viaje que hay que pagar por seguir beneficiándonos de unos seres sabios y que son un ejemplo dentro del reino animal.
Imagen: xlsemanal
